Foto: Teófilo Huerta |
Prefacio
Fue
la lectura compartida y en voz alta de Pedro
y el Capitán la que aminoró mi sensación de las horas, y, sobre todo, las
ansias de tocar tierras lejanas y extrañas.
El vuelo en la hoy nostálgica línea de Panam había partido puntual al mediodía
del 13 de agosto de 1981 del Aeropuerto de la Ciudad de México. Con una pronta
escala en el Aeropuerto de Houston (entre los aplausos de los norteamericanos
al tocar tierra), el avión enfilo vigoroso hacia el viejo Continente.
Entusiasta el grupo de una veintena de
jóvenes (y uno que otro adulto seguramente joven de espíritu) comenzó a interactuar
y a imaginar los breves quince días venideros.
Fue Verónica la que sacó de su maletín el
pequeño libro con la obra teatral de Mario Benedetti y quien tuvo la idea de
irlo leyendo alternadamente de acuerdo a los personajes. Bien podríamos haber
hecho todo un montaje para los pasajeros, pero nos limitamos a realizar el
ensayo en nuestros asientos. Marco Antonio, el otro compañero de viaje optó por
cerrar los ojos, yo por más que lo hice en varios momentos jamás concilié el
sueño.
Y
más bien el sueño comenzó cuando desde las alturas ya no hubo más capas de
nubes ni azul de cielo y mar, sino paisaje inglés.
II ROMA Y FLORENCIA Roma: elocuente arquitectura deromántica presencia. Florencia: arte y naturalezaque se conjugan en un continuo renacer
III MADRID Y TOLEDO Madrid: encuentro decostumbres, vivencias y esperanzas. Toledo: pintura viviente queconmueve el alma
IV PARÍS Sueño que lates en la matrizde la Tierra